
POESÍA Y MÉTRICA
Revista digital

Editado en Madrid por M. Cristina Longinotti y Blanca Izquierdo Albelda
Dirección: Carmen González Vázquez
Prof. Titular de Filología Latina - Universidad Autónoma de Madrid
Me llevas y me traes a tu antojo:
si respiras, respiro; si te mueres
me muero yo también, porque me hieres
por medio el corazón de miel y abrojo.
Voy prendida de ti como un despojo
que adoras acarrear, aunque no quieres;
me olvidas, pero luego me requieres
del desierto sin fin donde me alojo.
Contigo soledad y compañía
se entremezclan y son la misma cosa;
es igual el dolor que la alegría.
No puedo ya vivir en esta ansiosa
inquietud de buscarte: cada día
es lo mismo la espina que la rosa.
Cristina Longinotti
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MARADONA
Salta al campo Pelusa, el artillero,
se va fuera el balón, saque de banda,
se la lanza al extremo, golpea, ¡manda!
¡Huy, por qué poco! ¡Pegó en el larguero!
La grada se levanta en rugir fiero.
Baja al centro, la pasa, la demanda,
culebrita, lambretta, la comanda,
la tira a puerta, ¡para el cancerbero!
Restan unos segundos de partido,
tan solo ya le queda una jugada,
el tiempo se deshace en deterioro.
Se revuelve, la juega y, atrevido,
la centra, tira a puerta, ¡va lanzada!
¡Gloria en el arco, gol del pibe de oro!
Blanca Barojiana
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En la acerada aguja del dolor
se centra el universo,
en el canto profundo de la pena sin nombre.
En la extinguible luz de la paciencia.
En el cántaro roto
de las almas,
eterno recipiente insatisfecho.
Se afirma y se levanta
esta impar osadía del dolor
como un poema nuevo,
como una huella cálida de sangre,
como un añoso eco que acaba en el silencio.
Cristina Longinotti
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ERÓTICA
Dame tu boca, ¡pronto, que me muero!,
dame de tu gemir la rosa abierta
que libe el paraíso antes de muerta
entre tus muslos en que desespero.
Toma mi ardor, mi piel, mi cuerpo entero
toma latir, furor, temblor; despierta
la hierba en tu pisada descubierta
a un huracán de rayo y aguacero.
Para que me desmaye suavemente
entre tus brazos, sueño evanescente,
en un latido lento y apagado.
Y no precise ya seguir viviendo
y sienta que mi vida se va yendo
y no sepa si he muerto a tu costado.
Blanca Barojiana
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MOMENTO
Donde estás delineando el horizonte,
allí termina el mundo;
allí se acaba el eco de la sombra,
allí se desmenuzan la palabra y el verso.
Te sigo posponiéndome la pena,
desglosando el instante,
dando al aire
la dimensión sin pausa de tu huella.
Me hablas y te escucho y me arrepiento
de no saber robarte otro segundo,
de no poder quedarme
sin el pretexto tonto de un pretexto.
Y te vas,
desangelando el próximo minuto
mientras te miro oscurecer los soles
y desgarrar el alba
con un gesto.
Cristina Longinotti
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EL HIJO
Aquel amor tan breve que olvidado
Está sin duda ya de tu memoria,
Oculto en el olvido de tu historia,
Lo tengo yo en mi alma resguardado.
Tenía que vivir con mi cuidado:
¿Cómo dejar morir aquella gloria
de mi pasión la única victoria
de lunas y de cantos engendrado?
Creció feliz, sin penas, sin enojos
-¿qué madre por su hijo no desvela?-
Y solo entre dulzuras vive inmerso.
Ya es un caballerito, va a la escuela,
tiene tu misma voz, tiene tus ojos,
y ayer mismo escribió su primer verso.
Blanca Barojiana
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Estoy como el viajero en el desierto
buscándome sin tregua. No he sabido
reconocer el canto adormecido
que me llama sin pausa al mar abierto.
Una vez y otra vez el desacierto
de mi búsqueda clama en el olvido.
Alba de luna, al fin he comprendido
que bebo de mi propio desconcierto.
Busco en vano el camino y sólo arena
recojo entre mis dedos. No me asombra
descubrir que en la pálida y serena
saciedad de mi ayer, sólo me nombra
y me sigue, tan sólo con su pena,
desnuda e impertérrita, mi sombra.
Cristina Longinotti
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NO PIDAS AL AMOR
No pidas al amor comedimiento,
mesura, reflexión, calma serena,
porque es errar amar, y es la condena
que, cuanto más cumplida, más aumento.
Caballo que galopa crin al viento
no detiene la rosa, ni refrena
la alegría, la angustia ni la pena,
el placer, el deseo ni el tormento.
Huye de un amor seco y sin pasiones,
no quieras enterrar tus emociones
en senda tan segura como triste.
Porque el amor es fuego, y se reviste
de llamas que refulgen en tu herida
porque es vida en la muerte y muerte en vida.
Blanca Barojiana
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Detrás de cada mar adormecido
un océano trágico se asoma;
detrás de la eucarística paloma
un gavilán acecha enfurecido.
Pero también detrás del canto herido
un remanso de paz suelta su aroma
y hay amor del que da pero no toma
detrás del egoísmo del olvido.
Nos lleva y nos devuelve la marea
de nuestra inmensidad. Paciente y viejo,
el enigma del otro se recrea:
detrás de nuestro impávido reflejo,
como un amigo antiguo se pasea
la propia soledad en el espejo.
Cristina Longinotti
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PRESENTACIÓN
Amigos, me presento: soy poeta,
no puedo decir más, tampoco menos.
viajo por mundos suaves y serenos
o me caigo de culo en la cuneta.
¿Romántica, fugaz, payasa, esteta?
No lo sé ni yo misma, ni si buenos
o malos son mis versos, ni si truenos
o ruiseñores toca mi baqueta.
Pero a veces, sabedlo, tiemblo entera,
el mundo se vacía, se despeña
el frágil equilibrio de mi esencia.
Y no sé ya si soy vida o quimera
de un sueño poderoso que me sueña,
y es solo ya poesía mi existencia.
Blanca Barojiana
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ERES
Mi silencio y mi voz, mi necesario
acto de fe, mi mar, mi único puerto,
mi abismo sin final, mi cielo abierto,
mi semejante en todo y mi contrario.
Mi día laboral, mi calendario,
mi sueño de dormir y estar despierto,
mi cálido refugio y mi desierto,
mi palabra de amor, mi diccionario.
Eres todo mi ser, mi mediodía
de luz, mi realidad y mi quimera,
mi total e imperfecta compañía.
Si te marchas, amor, el alma entera
se me irá tras de ti; puede que un día
el alma sin el alma se me muera.
Cristina Longinotti
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Ya lo sabes, mi amor: me he prometido
olvidarme de ti. Ya no te espero,
el corazón callado y prisionero,
rumiando la ilusión que no ha comido.
Ya lo sabes, mi amor: he conseguido
borrarte de mi historia. Lo primero
ha sido el desencanto; lo postrero,
la cruel indiferencia del olvido.
Ya lo ves: me he devuelto al acuciante
transcurrir de mi tiempo, y no me asombro
de lo fácil que fue. Pasó. No obstante,
perdóname, mi amor, si es que te nombro:
juraría que ayer, y hace un instante,
tu voz me susurró por sobre el hombro.
Cristina Longinotti
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AMOR A MARIPOSA DIBUJADA
Tú que has nacido alada en la pintura
de una mujer de nubes y de sueño,
que inútil viene a ser tu triste empeño
por salir del papel, pobre criatura.
Tu diosa te pintó, y estoy segura
de que el soporte que es ahora tu dueño
te aprisiona en su mundo tan pequeño
con trazos de armoniosa arquitectura.
Pero tú volarás, libre algún día:
la carne no es eterna, ni la tinta;
tu cárcel, cual la mía, será extinta.
Quiere volar contigo el alma mía:
con la misma febril escapatoria
huiremos juntas a buscar la gloria.
Blanca Barojiana
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TRAGICA
Yo no sé qué inquietud cambia mi cielo
de palomas a buitres, solo y uno;
qué demonio destila su importuno
veneno en cada gota de mi anhelo.
No sé, cuando de noche me desvelo,
en qué salobre océano me acuno;
qué amargo corazón me desayuno
sin pan cada mañana y sin consuelo.
Yo no sé qué catástrofe ensañada
desanuda el gemido en mi garganta,
de tanto sollozar seca y baldía.
Despojada de soles y alunada,
no sé por qué, impaciente, se adelanta
a mi encuentro la muerte cada día.
Cristina Longinotti
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SONETO A LA ESTADISTICA
Las medias, las medianas, la varianzas,
las curvas, los diagramas, las funciones,
el gran número pi, las ecuaciones,
nos resuelven cien mil adivinanzas.
No hay nada más cabal que las bonanzas
de las cifras sobre las opiniones:
¡que el error no nos toque los cojones,
que tenemos balances y balanzas!
¡Sí, señores! Con buenas curvas digo,
con seno y con coseno desatado:
¡a estudiar estadísticas exhorto!
Yo no habré de cejar. Y sumo y sigo,
me llevo dos... Todo bien calculado
que al azar hay que atar, y atarlo corto.
Blanca Barojiana
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Nada ha sido verdad en tanto duelo,
en tanta soledad desamparada;
pasó y se fue el amor, magia olvidada
en la lucha extenuante de otro anhelo.
Nada quedó después de tanto cielo
al llenarnos de luz la madrugada:
una mentira más yació enlazada
y rodó, entre las sombras, por el suelo.
No hubo piedad de tanta lejanía
en el beso robado a la distancia,
solitario y acérrimo trofeo.
El viento marchitó la poesía
porque, de tanta pálida fragancia,
nada ha sido verdad: sólo el deseo.
Cristina Longinotti
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CINCEL
Es el cincel del tiempo el que al costado
golpea con paciencia y sin mesura,
esculpe con tesón la arquitectura
del mármol el espíritu labrado.
Saltan esquirlas a uno y otro lado,
martillo que destroza la impostura;
por la violencia nace a la hermosura
el inmortal que en forma fue raptado.
Así la vida rompe la cadena
de la materia en la que está atrapada
al choque del dolor y de la pena.
Y cada nuevo golpe es aún más fuerte
hasta que al fin la obra culminada
asciende a la pureza de la muerte.
Blanca Barojiana
Razones
A veces las palabras simplemente
se caen de maduras y preñadas
y ruedan por el suelo enamoradas
de su propia preñez incandescente.
A veces las palabras solamente
se quedan aguardando las miradas
que las seduzcan, trémulas y ajadas
de tanta espera inútil e impaciente.
Para nombrarte, amor, yo las cosecho
en la nocturnidad de mi memoria,
como Eva, ladrona sin derecho.
Para nombrarte, amor: esa es la historia
que justifica el hurto y el provecho
de mi poesía insomne y transitoria.
Cristina Longinotti
ISSN: 2660-6224
Año 2021. NUMERO 1
Revista trimestral.

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